Al finalizar la entrevista, Nacho Vigalondo se excusa dos veces por haberse extendido demasiado en las respuestas. Es cierto que a cada pregunta replicaba con un generoso torrente de palabras, pero no tengo la sensación de que haya divagado, sino de que trataba de ser preciso. Aún así, poco después, en el bar donde ha posado para el objetivo de Elena, me confiesa que sigue dándole vueltas a nuestra conversación y que se acaba de acordar de algo que ha olvidado contarme. En ese momento pienso que, al fin y al cabo, la magia de un duelo dialéctico se produce en el espacio de tiempo en el que tiene lugar, una especie de aura del aquí y el ahora que dura aproximadamente media hora y que cualquier apósito fulminaría. Así que le quito importancia asegurándole que esa es la sensación que me invade tras una acalorada discusión, cuando se me ocurren demasiado tarde réplicas devastadoras. “Creo que se llama ingenio de escalera“, zanjo. A Vigalondo parece seducirle el concepto y deja de preocuparse por su supuesta verborrea.
El pasado viernes 23 de marzo, la entrevista salió publicada en la edición en papel de la revista Tiempo. En el hipotético caso de que la leyeran y se quedarán con ganas de más Vigalondo, a continuación pueden leer nuestra conversación completa. La cual, debo decir, fue un infierno transcribir. No se lo digan, pero maldita sea, ¡cómo se enrolla!
Jason Reitman ha dicho que usted es el Woody Allen de la ciencia-ficción. Bien, ¿no?
Con las frases promocionales hay un sentimiento ambivalente porque entiendes que cualquier frase que favorezca a la película tiene que estar ahí dicha. Te asalta el rubor, inevitablemente y reconozco que me pongo colorado. La dijo Jason Reitman después de ver la película en Toronto y a mí me parece un referente tan importante y me parece tan próximo a algunas de las intenciones de la película y, por otro lado, la frase era tan rotunda y tan halagadora hasta extremos ridículos que no pude más que pedirle si podía utilizarla en la promoción. Es una frase acojonante. Alguien en Internet ya dijo: “Perdone, pero Woody Allen ya hizo ciencia-ficción y está ahí El dormilón para certificarlo”, y es verdad. Esa frase esconde un patinazo, pero entiendo que resume que sea una aproximación del útlimo Woody Allen, del más costumbrista a un género aparentemente incompatible como es la ciencia-ficción. Podemos decir que esto es Maridos y mujeres con un ovni al fondo.
Ha dicho que aspira a parecerse a los hermanos Coen, por sus inesperados cambios de registro.
Sí, hay que dejar claro lo de aspirar y no comparar, que luego me la cargo. Aspiro a la libertad que tienen ellos. No creo que mis películas se parezcan nunca a las suyas, porque el planteamiento que siguen ellos me parece espectacular, pero no lo veo próximo como autor, solo como espectador, pero la libertad que tienen creo que es lo que debería ansiar cada director. Película tras película nadie te pide ninguna responsabilidad ni hay ninguna expectativa molesta, porque hagas lo que hagas la gente lo va a recibir bien porque eres los Coen y pueden hacer lo que quieran. Esto lo decía en relación con sus dos primeras películas: Sangre fácil y luego Arizona baby, la relación que había entre ellas, la primera como un thriller duro, frío y abstracto y luego la segunda que es una cuchufleta tras otra. Esto es un comentario que hacía en Estados Unidos porque allí casi nadie sabe que yo vengo de la comedia. En EEUU yo soy el tío de Los cronocrímenes, un poco al revés que aquí en España. La cosa es marear la perdiz y joder la marrana.
Pero podríamos seguir encuadrando su segunda película en la ciencia-ficción.
Sí, hay una confusión cuando se habla de la ciencia-ficción como género porque es algo mucho más difícil de explicar. No es un género: es un continente en el que se asienta cualquier género. Lo que ofrece es un nuevo set de reglas o de iconos para replantear los géneros que tú alojas dentro. Si a alguien le preguntaras cuáles son las tres películas de ciencia-ficción definitivas, te diría Blade Runner, Alien y El planeta de los simios. Bueno, pues El planeta de los simios es una película de aventuras, Blade Runner es un drama policíaco y Alien es una película de terror de mansión encantada con la variante de que la mansión encantada está flotanto en el espacio, pero las claves del género se mantienen casi intactas. Lo que aportamos son nuevas ideas para que los argumentos se proyecten en otras direcciones nuevas.
Creo que alguna vez ha dicho que su papel como director no es el de lanzar un mensaje con sus películas.
Contar un mensaje no es el papel del director, sino de la película, entonces no puedes cometer el error de contaminar la película con tu mensaje cuando la película tiene el suyo propio. La historia del cine está llena de casos de películas cuyo significado y cuya importancia han ido casi independientes de las intenciones de los autores. Y tiene que ser así. Si las buenas películas retratan una época, los directores somos parte de esa época, no somos solo observadores de esa época, somos también víctimas.
Aún así, me gustaría aventurarme a extraer un mensaje de Extraterrestre. ¿Se puede interpretar Extraterrestre como una metáfora contextual según la cual el platillo volante pueda representar ese terror externo que tenemos como consecuencia de la crisis y, al final, lo importante es lo que ocurre dentro de la casa, lo cotidiano, lo prosaico?
Lo que podemos afirmar es que el ovni es la crisis (ríe). Ese es el titular. Está bien visto, pero por ejemplo, mira, y no creo que nada de lo que hayas dicho se pueda contradecir de ninguna manera. La razón por la cual el ovni está en la televisión y no directamente es un recurso que utilicé para poder permitirme tener el ovni muy presente durante toda la película o durante toda la primera mitad, sin tener que recurrir a un efecto especial incrustado en la película en primer término. El ovni no está incrustado en la película, porque sería caro e implicaría pantallas verdes, etcétera, sino que está incrustado dentro de la imagen de un televisor. Es un efecto especial mucho más manejable y mucho más barato. En un principio eso es así, pero sí que es verdad que algo dentro de ti te dice que ese recurso no es una cutrez, sino que de alguna manera entra en consonancia con otras cosas que ocurren dentro de la película. Con lo cual hablamos de intuición, más que de reflexión. En cierta manera estoy confesando que de forma intuitiva vi que tenía cierto sentido que el ovni estuviese en la tele en vez de en el cielo y no solamente por motivos de presupuesto. Y sí, es evidente que todos los ovnis que hemos visto nosotros como generación en la tele en tiempo real mientras estaba pasando algo terrible y ante ese ovni solo decíamos tonterías, eso lo hemos vivido todos.
Se puede interpretar también como nuestra percepción televisiva de la realidad. Por ejemplo: el 11 de septiembre lo hemos visto en directo en televisión.
Si eres fanático del género de invasión extraterrestre, desde las primeras, puedes percibir un hecho muy curioso: los ovnis norteamericanos nunca aterrizan en las afueras, mientras que los ovnis británicos siempre aterrizan en medio de tu casa. No creo que sea gratuito relacionar todo esto con el hecho de que el miedo a la guerra sea visto a través de la distancia en el caso de Estados Unidos, pero que en Inglaterra fuese muy presente: que las bombas cayesen en los núcleos urbanos. Y yo creo que ese tipo de proporciones entre la realidad y la ficción son reales, pero no tienen por qué tener que ver necesariamente con la voluntad del autor.
¿Y podríamos decir que la nave es un McGuffin?
Claro que sí, pero se comete el error de pensar que el McGuffin es algo que en realidad no importa. Es el disparadero, la gran excusa que necesitamos. Pero como tampoco quería abalanzarme tanto en la idea de que la ciencia-ficción no es más que el punto de partida y luego la película va por otros derroteros, insistí en que la última secuencia fuera un retorno al ovni en cierta manera o que esperásemos al final para ver al ovni bien de verdad. Para mí tiene mucho sentido.
En una entrevista reciente dijo que “la comedia es un género inexportable”. Sin embargo, Extraterrestre recibió buenas críticas en Toronto y en Austin.
Más que una reflexión mía quería dar a entender cómo funcionan las políticas de las compañías de distribución. El término para describir comedias en inglés es local comedies, directamente. Muy pocas veces la comedia atravesa frontera con tanta o más efectividad que en sus países de origen. Hubo un fenómeno en los noventa de comedias que funcionaron muy bien en Estados Unidos y que dieron pie a varios remakes y ahora pienso en que después de todo la película más internacional o con un éxito más rotundo fue Mujeres al borde de un ataque de nervios, que era una comedia pura. Es una perspectiva que tienen las distribuidoras, pero estoy dispuesto a luchar contra ellas.
Me pregunto si la decisión de rodar Extraterrestre viene determinada por acercarse al público español, que le conoce por su faceta cómica.
No, es tan prosaico como que después de Cronocrímenes y mientras desarrollaba Windows,que es la que será mi siguiente película si todo va bien, vi que me daba tiempo a hacer una película muy pequeña. Y si Windows y Cronocrímenes son películas muy alambicadas y muy laberínticas, quería hacer una película entre medias que significase lo contrario a estas dos para no empezar a parecer un director con un solo juguete, por decirlo así. Quería librarme del peligro de hacer dos películas muy próximas y, a partir de ahí olvidarme de ser como los Coen, que la gente me pidiese más o menos lo mismo. Si Windows y Cronocrímenes son dos películas con mucha trama, con un gran peso de la trama sobre el personaje, Extraterrestre de todas las ideas que estaban por ahí almacenadas, para mí era la que más fuerza dejaba que fueran los propios personajes los que generaran la trama. Y también es una forma de aprender y de seguir creciendo. Necesitaba hacer una película que fuese muy de personajes y con muy pocos trucos aparentes de guion.
Pero ¿cree que Cronocrímenes fue mejor recibida en Estados Unidos?
Si, lo veo así. Los cronocrímenes es la película perfecta para descubrir desde la distancia. De repente llegó esta película a un festival y nadie sabía quién era yo ni de qué nacionalidad era ni por dónde iban los tiros y la vieron y les flipó. Hoy mismo he estado viendo en Internet una lista que han publicado de las cincuenta mejores películas de lengua extranjera, una lista muy abrumadora, y están Los cronocrímenes en el número 26, es una locura. Eso creo que no puede pasar con Extraterrestre por la propia naturaleza de la película. No juega tanto al deslumbre narrativo. Siendo del género que es y partiendo de los recursos de los que parte, yo creo que tiene que ganárselo un poco más lo de que sea tan famosa ahí fuera. Pero bueno, creo que tampoco hay que ser estratégico de esa manera, tampoco hay que hacer la película que va a gustar a más gente en todo momento, porque ese sentimiento es un poco castrador y llega un momento en el que no quieres hacer ninguna película por miedo a que no le guste a nadie.
Siempre se ha dicho que la comedia es un género muy español. Pero, ¿tenemos los españoles muy poco sentido del humor?
Totalmente cierto. Los españoles presumimos de sentido del humor cuando es totalmente falso. Es una patraña y lo hemos demostrado hace bien poco con el tema de los guiñoles franceses. Yo creo que el humor solo tiene sentido si vale en las dos direcciones. Si no, es una pura bravata. A veces me asusta que vivamos en una época en la que recibimos mucha más información que ninguna otra generación anterior. Creo que recibimos más imágenes y leemos más texto, como colectivo, que nunca. Sin embargo, con respecto a algunos temas parecemos más sensibles o más indefensos que antes, más frágiles. No sé si este fenómeno es un punto de vista particular o alguien lo está estudiando, porque a mí me sorprende que en dos años hayamos tenido más escándalos mediáticos que en las últimas dos décadas.
Supongo que estará harto de hablar sobre el tema de la broma de Twitter. Pero, si no le importa, me gustaría saber, de todas las veces que le han sacado el tema, cuánta autocrítica hemos hecho los periodistas por convertir un tuit en una noticia sobredimensionada.
La prensa es una entidad que no sois ninguno de vosotros. Es muy fácil para un periodista señalar en otra dirección cuando se lamenta de lo que es la prensa. Supongo que pasa en todos los gremios, en los que todo el mundo se lamenta de las malas decisiones tomadas, pero se justifica en las decisiones del departamento de al lado: “Qué voy a hacer yo si es lo que me piden hacer”. Subes por el escalafón y en cada piso alguien te va a decir que se lo piden de arriba. Y cuando llegas al piso superior te dice: “Qué quieres que le haga, si es lo que me piden desde abajo”. No hay una responsabilidad clara, lo que sí está claro es que esos escándalos de los que hablamos, como el mío, nunca se propician con el chiste o con la película proyectada, como es el caso de Ángel Sala. La polémica nunca surge con el objeto de la polémica, siempre empieza con un titular que hace una relectura del acontecimiento. En mi caso no empieza con los comentarios en Twitter y esto es algo que no dijo ningún medio, que era un viernes de madrugada. Realmente, el tanto por ciento que se enfadó aquel día era un tanto por ciento minúsculo y yo los retuiteé todos. Realmente no hubo tanta gente. El escándalo llegó cuando un medio al día siguiente decidió publicar un titular que no incluía la palabra “broma” por ningún lado y ahí empezó el problema: con un titular, no con un chiste. Yo creo que es un hecho que debería quedarse muy plasmado. Y así con todos.
En el caso de Von Trier, en la rueda de prensa se oyen risas, no hay más que verlo en vídeo. No cabe ninguna duda de que es un chiste. Luego llega un medio, hace un titular, y ahí empieza el problema. A mí no me parece grave en absoluto, en el contexto en el que se formula y se entiende como un chiste o como una provocación que respondía a otra provocación, porque no hay que olvidar que el tema lo introdujo el periodista, no el director. Pasó algo parecido el año anterior cuando muchos medios se indignaron porque Von trier afirmaba ser el mejor director del mundo: no había más que ver la rueda de prensa y comprobar que estaba haciendo la broma Willem Dafoe. También es cierto que el clima se ha suavizado de un tiempo a esta parte, no hay tanta tensión como hace unos meses. Lo deseable es que no tengamos que medir nuestras palabras por miedo a que se hagan relecturas de lo que decimos, sino que todos digamos cosas sensatas y nadie las malinterprete.
¿Durante esa espiral de ruido y furia llegó a temer algo?
Si, llegué a recibir a amenazas y empecé a leer páginas que hablaban de esto incluso en Israel. Afortunadamente, toda la gente con la que trabajo en Los Ángeles, mi representante y tal, pues todos son judíos y desde un primer momento entendieron perfectamente lo que estaba pasando y no daban crédito. Luego también algunos miembros de la comunidad judía con la que llegué a hablar me ofrecieron todo su apoyo desde el principio y desde dentro me ayudaron a que la cosa no fuera a mayores. Y a mí eso me da que pensar, porque los que deberían sentirse afectados fueron más comprensivos y sin embargo la jauría a la que le pilla de rebote son los que más ofensa demuestran.
Volviendo a lo estrictamente profesional, el guionista de La lista de Shcindler, Steven Zaillian, está preparando la adaptación de Los cronocrímenes. ¿Cómo se siente uno cuando le informan de algo así?
Y se está planeando dirigirla, según ha dicho recientemente. Es un pasote, no dejo de sentirme halagado. Es mi primera película, me siento como un adolescente en muchos sentidos. No consigo mantener la frialdad cuando me dicen que quieren hacer un remake de mi peliculilla. Me resultaría más fácil entender que no la quisieran hacer.
Antes ha hablado de Windows, pero creo que también tiene en lista de espera Supercroocks.
Es una película de superhéroes partiendo de los juegos genéricos que le gustan a Mark Millar, que usa iconos superheróicos en géneros completamente distintos y basicamente lo que vamos a hacer es una geist movie, una película de atracos con muchas sorpresas, de tal manera que sea un gran juego. Una vez metemos a supervillanos en este tipo de tramas, la cuestión es cómo podemos hacer un gran atraco, cuáles son los trucos de los que podemos echar mano y si es un universo en el que son algo común, cuáles son las medidas de seguridad. Es un festival de trampas y de trucos. Si nada se tuerce, dirigiría yo. Lamento decir esto, pero es que es el signo de los tiempos.
También prepara The ABC’s of death, una antología de cortos en la que también está el director de A serbian film.
Sí, estamos todos ahí. Solo falta Lars von trier y John Galliano en su debut como director de cine. Ya está la película vendiéndose a los mercados. Nosotros enviamos nuestra parte en diciembre.
¿No puede adelantar nada?
Cada corto va con una letra del diccionario y tiene que referirse a una palabra. Me han prohibido decir cuál es mi letra y cuál es mi palabra, solamente puedo decir que tienes una gran responsabilidad. Es una gran, gran responsabilidad.
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