Frank
Dirección: Lenny Abrahamson
Reparto: Domhnall Gleeson, Michael Fassbender y Maggie Gyllenhall.
Jon acaba de incorporarse como teclista a una banda de nombre impronunciable cuyo líder, Frank, esconde permanentemente su cráneo bajo una esfera gigante de papel mache: un cabezón de ojos enormes y sonrisa perpetua del que emana una voz grave que canta extrañas canciones, descompasadas, oscuras y pueriles, pero de alguna manera hermosas y sugestivas. El resto de los componentes, aunque se enfrentan a cara descubierta al exiguo público que asiste a sus conciertos, son también una panda de inadaptados: una multinstrumentista de pose mística y mal carácter que se encarga de los arreglos musicales, un guitarrista francés que no habla una sola palabra de inglés y una batería que no habla ninguna palabra en general.
La formación no es exactamente el sueño al que aspira cualquier músico con ambición, pero es lo más cercano que ha experimentado jamás Jon, que pasaba sus días en una oficina tratando de encontrar la inspiración para componer una canción que lo salvase de una vida anodina de eterno adolescente atrapado en el hogar familiar hasta el final de sus días. Su ingenio solo le alcanzaba a escribir tuits irónicos de su día a día laboral, llamadas de auxilio que llegaban a muy pocos seguidores. Pero con la ayuda de la extravagante banda que le ha acogido por pura casualidad puede llegar a tener el éxito que cree que merece, hacerse un nombre, encumbrarse y tocar la gloria.
“¿Por qué te niegas a tener una audiencia si no es porque eres una enferma mental?”, le pregunta al cerebro sinfónico de la banda, a la que encarna Maggie Gyllenhal, y ahí se descubre la clave de este filme que se inspira en un articulo que el periodista Jon Ronson publicó en The Guardian en el que relataba su aventura como teclista en la banda de Frank Sidebottom, álter ego cabezón del artista Chris Sievey. El guion, a partir de ese momento, se desmarca notoriamente de la historia real, que sucedió hace más de veinticinco años, y aprovecha la extravagante premisa para reflexionar sobre la pureza del arte en la época del Gran Hermano autoinfligido que se plasma de manera palmaria en esa constante actividad en las redes sociales del protagonista, una sucesión de tuits, posts y subidas a YouTube, textos de ironía indulgente y cínica, imágenes y vídeos de exhibición y narcisismo acrítico que en conjunto tienen como único propósito coleccionar followers, me gustas, visitas, clicks y visionados.
Solo un loco puede dedicarse a la música -al arte, en cualquiera de sus formas- sin buscar reconocimiento: el éxito por el éxito mismo, sin ninguna otra finalidad más elevada. Este Frank de la ficción, que en tantas características se aleja del verdadero tal y como lo describió Ronson, es un genio tímido y humilde que convierte lo cotidiano, lo banal y lo insignificante en canciones tan demenciales como llenas de sentimiento: bellas expresiones de arte ensimismado engendradas por puro amor al arte. Una propuesta que se opone radicalmente a la vacuidad hipster de la edulcorada God save the girl.
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