El pacto imposible después del 7-J
Muchas voces reclaman un pacto PSOE-PP después de las elecciones europeas para luchar contra la crisis económica. Ni Zapatero ni Rajoy parecen muy proclives.
TODO EMPIEZA OTRA VEZ el 7 de junio. Justo cuando se cierren las urnas de las elecciones europeas. Quizá algo más tarde, cuando lleguen los primeros resultados. Afirma el famoso CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) que la abstención será mínima. Nadie se lo cree. Los responsables del organismo que preside Belén Barreiro Pérez-Pardo aseguran que cuando preguntan la inmensa mayoría de los ciudadanos juran y perjuran que piensan votar. Ocurrió algo parecido hace cinco años, en 2004, cuando Zapatero apenas llevaba dos meses en La Moncloa. El CIS profetizó aglomeraciones en las urnas y la abstención batió récords. Es fácil que la historia se repita. Con millones de pasotas, los resultados tendrán un sesgo importante. Triunfadores y derrotados podrán hacer malabarismos dialécticos y también justificar lo injustificable. Habrá, a pesar de todo, vencedores y vencidos, aunque quizá cueste identificarlos. “No hay Gobierno que aguante esta crisis”, le espetó hace poco un banquero, con la mejor de sus sonrisas, a Zapatero . El presidente, a pesar de todo, sigue instalado en su optimismo antropológico y es el único que de verdad cree que la crisis ha tocado fondo. Los socialistas que lidera Juan Fernando López Aguilar salen de perdedores. Todas las encuestas lo pronostican. Lo mismo afirman todos los expertos, incluso los socialistas más conspicuos. El CIS, sin embargo, anuncia empate técnico. El candidato popular, Jaime Mayor Oreja , juega sus bazas, pero todo lo que no sea una victoria contundente de los populares se convertirá en un problema para Mariano Rajoy . Alguien tendrá la tentación de fijar la medida de la contundencia. Hay quienes se remontan al precedente de 1994, con Aznar en la oposición a Felipe González . Entonces el PP aventajó en 9,5 puntos al PSOE. Fue el primer gran paso de los populares hacia el poder después del chasco de 1993. Ahora también es posible, pero parece irrepetible. Una victoria poco contundente de Mayor Oreja abriría otra crisis en el PP. El empate técnico que sugiere el CIS se convertiría en drama para los populares. También sería un cheque en blanco para la errática y provocadora política de Zapatero . La económica y las demás. España camina con firmeza hacia los cinco millones de parados. La ministra Salgado descarta llegar a esa cifra, pero corre el peligro de atragantarse con sus palabras. El presidente, que impulsa debates colaterales como el del aborto sin permiso familiar a los 16 años, propone un nuevo modelo económico, que debutará en la Andalucía que ahora gobierna Griñán después de la era Chaves . No tiene nada en común, pero suena a Nueva Política Económica (NEP). La que aprobó, a instancias de Lenin , el X Congreso del Partido Comunista (bolchevique) ruso en 1921. “Un cambio resuelto y un viraje inteligente”, decía el mismo Lenin. El resultado fue uno de los mayores desastres de la historia. El Gobierno de Zapatero apuesta por las energías renovables. Jesús Caldera ejerce ahora de ideólogo contra la energía nuclear, que cada vez producirá menos España si nadie lo remedia, pero que comprará -incluso más que ahora- a la Francia de Sarkozy. Umberto Eco acaba de esculpirlo: “El intelectual político es un mito de la izquierda”. Felipe González y José María Aznar nunca congeniaron. Tampoco ocultaron su tirria mutua personal, sólo atemperada con el paso del tiempo. Gobernaron de forma muy diferente. Sus mandatos, sin embargo, tienen más puntos en común -de fondo- que los que se pueden encontrar entre el periodo de González y el de Zapatero . El histórico socialista hace campaña para al PSOE. Aznar para el PP, claro. Cada uno a su manera intenta llevar a su clientela a las urnas y enardecer a sus partidarios, incluida la dosis habitual de descalificación del adversario político, sin olvidar mofas y críticas más gruesas. Felipe González no oculta que no es un forofo de la política del Gobierno en estos tiempos de crisis. Aznar tampoco es el fan número uno de Mariano Rajoy , ni tan siquiera de Jaime Mayor Oreja. González urge un gran pacto europeo contra la crisis. Aznar repite que tiene soluciones para la crisis. Incluso intenta vender muchos ejemplares de un libro con las recetas. Los dos están cansados de escuchar a empresarios, banqueros, trabajadores y también a políticos que ha llegado el momento de un gran pacto para intentar salir de la crisis, que puede prolongarse mucho más de lo que repiten los corifeos de La Moncloa. En los estertores del franquismo, el Gobierno de la época negó la crisis del petróleo. Pretendió mantener a España y a los españoles en una burbuja. Fueron necesarios los Pactos de la Moncloa ( Suárez, González e incluso Carrillo ) y un cuarto de siglo para que el país pudiera encaramarse al tren de la prosperidad. El PSOE de González hizo dar un gran salto adelante a España. También el PP de Aznar. Cada uno se pone sus medallas, pero los datos están ahí. La crisis, como dice Zapatero , no empezó en España, pero este país la sufre mucho más que otros. El aumento vertiginoso y apocalíptico del paro es la prueba del nueve. Las elecciones europeas, en lo más duro de la crisis, han introducido un factor de distorsión. Como siempre, todo parece valer para llevar votos a las urnas. Los políticos nunca quieren perder. En cualquier caso, todo volverá a empezar el 7-J, al aroma de sufragios frescos e inapelables, con vencedores y vencidos. Sería, para muchos, el momento del gran pacto que impida que la crisis se enquiste. Sin embargo, nada indica que Zapatero y Rajoy vayan a pactar, ni tan siquiera que lo deseen. Quizá tampoco les conviene.
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