El legado de los Dodgers
Medio siglo después, Brooklyn regresa al mapa del profesionalismo
El legendario jugador de béisbol Willie Mays.
ADN.es
Para muchos es la capital del mundo. Sin embargo, para sus ciudadanos más arraigados, NuevaYork se reduce a sus cinco distritos. Desde Manhattan, al Bronx, pasando por Queens, Staten Island y Brooklyn, la Gran Manzana esconde a una metrópolis con mentalidad de provincias, legado de los emigrantes que la fundaron.
Por eso, para muchos neoyorquinos de pro, el béisbol no existe más allá de sus Yankees o sus Mets; el baloncesto deja de tener interés cuando los Knicks fracasan de nuevo o Saint John’s no alcanza la Final Four; y el fútbol (americano, por supuesto) se reduce a los logros de Giants y Jets, desterrados allende del Hudson, en East Rutherford, Nueva Jersey, donde por no haber, ni hay conexión directa con Manhattan.
El carácter perdedor de estas instituciones -Yankees y Giants podrían ser la excepción que confirma la regla-, explica que los newyorkers suelan vivir inmersos en una depresión constante. Sin rivalidades, ni debates subidos de tono en las tabernas de turno.
Simplemente, o eres de los Knicks, o eres de los Knicks. O sigues a los arrogantes Yankees o a un equipo sin alma como los Mets, fundado para llenar el hueco de dos de las instituciones más carismáticos del deporte neoyorquino.
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Por obra y gracia del béisbol, 1957 siempre será recordado como uno de los años Sputnik que cambiaron el día a día de la ciudad. Como 1977, con su apagón, la ola de calor y los asesinatos en serie de David Berkowitz (el Hijo de Sam, que tan bien retrató Spike Lee), o 2001 y el 11-S. Aquel verano maldito, New York Giants y Brooklyn Dodgers abandonaron la Gran Manzana para instalarse en California.
Y los días de gloria del béisbol neoyorquino, aquéllos en los que los equipos de la ciudad solían disputarse las Series Mundiales (13 veces entre 1922 y 1956), saltaron por los aires. Fue la sentencia de las Subway Series (las Finales del Metro), que hacían referencia a una rivalidad de tres equipos (Yankees, Giants y Dodgers) separados apenas por unas estaciones de distancia.
Brooklyn, y por extensión la Gran Manzana, celebran el regreso del profesionalismo a su distrito más populoso. La NBA recoge el testigo del béisbol, con la diferencia de que Knicks y Nets jamás pelearán por el título. Una final de Conferencia a siete partidos bastará a los neoyorquinos.
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