¿Qué es lo más peligroso de una relación?, ¿una infidelidad?, ¿los problemas de convivencia o la ausencia de la misma?, ¿disparidad de gustos? Sin ninguna duda y después de casi tres meses de convivencia en pareja (si me oyera mi madre me diría, ¡qué te voy a contar yo después de 45!), creo que estoy en condiciones de afirmar que es la rutina. Esa sí que mata lentamente y no el tabaco. Era viernes y había tenido una semana para olvidar. Llegué a casa dando por sentado que iríamos a cenar, de fiesta, a tomar algo, al cine. No sé, ¡hay tantas cosas que hacer los viernes! Sin embargo, cuando llegué a casa Juan estaba acomodado en el sofá jugando a la PlayStation. Me quedé estupefacta. ¿Desde cuándo tengo a un quinceañero en casa? ¿Y por qué estaba en mi salón?, ¿Qué había hecho con Juan? Como no acababa de creerlo, me di media vuelta y abrí de nuevo la puerta de la calle para comprobar que no me había confundido ni de edificio, ni de casa. De inmediato, Juan saltó del sofá y fue detrás de mí.
-¿Qué haces?
-Estaba comprobando que no me había confundido de edificio, ni de casa.
-¡Qué boba eres! anda, pasa que me van a matar.
“Quien te va a matar soy yo, si no dejas de jugar ahora mismo”, pensé, pero no dije nada. En vez de eso, me dirigí hacia el dormitorio. Con premeditación y alevosía, rescaté el chándal del fondo del armario y me puse encima un albornoz, unos calcetines y unas zapatillas de estar por casa. Después me fui directa a la cocina y saqué un botellín de la nevera. Lo abrí y dándole un trago me presenté en el comedor. La escena era dantesca: parecía una mezcla entre Carrie Bradshaw y Hommer Simpson.
Juan se quedó tan espantado que dejó caer el mando al suelo, mientras desde la pantalla sonaba un “Dead”.
-¿Desde cuándo tienes chándal y por qué bebes cerveza, se ha acabado la producción de vino mundial?
Lo mismo he pensado yo cuando te he visto jugando a la Play, que no te reconocía. ¿Desde cuándo juegas y por qué?, ¿lo haces gratis?
Entre risas, trató de explicarme por qué es divertido jugar a las consolas, un sector, me dijo aparentemente muy bien informado, que cada vez tiene más público femenino.
No es que me moleste que juegues, le dije. Me molesta que caigamos en la rutina que acabará consumiéndonos. Creo que es importante mantenernos alerta, curiosos y atentos hacia el uno hacia el otro. Por ejemplo, hoy. Es viernes y no has pensado en nada que podamos hacer juntos.
-Te estás confundiendo y para variar, exageras un poquito. He pensando en todo lo que me has dicho. Precisamente por eso, tengo un regalo para ti.
Era una caja con forma alargada, con un lazo rosa. No me podía sentir peor. Juan estaba preocupado porque las cosas salieran bien en esta relación. Sin embargo, cuando abrí el paquete me di cuenta que de un modo distinto al que había imaginado. La caja contenía otro mando de la play para jugar juntos. Ahí, en esa caja estaba la pequeña gran verdad que he descubierto este fin de semana y que toda mujer debe saber. Los hombres de hoy en día ya no regalan flores, sino que regalan mandos de la play. Creo que va a ser el único regalo que no utilice, junto con el robot de cocina de mi madre. Para compensarme, me ha dicho que el próximo fin de semana nos vamos de escapada romántica. Vistos los antecedentes no sé si emocionarme o ponerme a temblar.
Comentarios recientes