‘El hombre que odiaba a Paulo Coelho’: lo que te puede pasar si llegas a los 40 siendo un adolescente
A la representante de Paulo Coelho le inquietó un poco este libro:
El Universo conspiró y la última novela del brasileño Paulo Coelho, La espía, salió a la venta a la vez que la primera de Sergio Sarriá Ruiz -hasta ahora guionista de El Intermedio, de La Sexta, a partir de ahora también contendiente de Coelho en las listas de ventas- El hombre que odiaba a Paulo Coelho.
¿Y quién es ese hombre que me mira y me desnuda? Julián, un abogado que acaba de cumplir 40, se ha divorciado recientemente y es un cliché andante: odia todo lo que hay que odiar (todo), le gusta lo que le tiene que gustar (la novela rusa, las cosas que a todos nos gustarán dentro de un par de años y las habremos convertido en mainstream y despreciables), es condescendiente, egoísta, pijo y sigue sin saber qué es lo que quiere. Pero luego le tomas cariño.
Una novela con humor, acción y rusos que nosotros nos tomamos además como una parábola, un aviso de lo que nos espera si no aprovechamos estos lustros previos a los 40 para dejar de coleccionar figuritas de Buffy Cazavampiros y centrarnos en ser personas medianamente decentes y funcionales:
Contenidos del artículo
- 1 1. Odiar a Paulo Coelho esconde tu propia mediocridad
- 2 Qué bien huelen los libros:
- 3 2. Si te pareces demasiado a un personaje de Nick Hornby, mal
- 4 3. Nunca es el momento perfecto para nada, así que hazlo ahora
- 5 4. Domestica tu ego antes de que se vuelva salvaje
- 6 5. Asúmelo: tus problemas sólo los puedes solucionar tú (with a little help of your friends, pero estás solo ante el peligro, al fin y al cabo)
1. Odiar a Paulo Coelho esconde tu propia mediocridad
“Sé que la representante de Paulo Coelho se puso en contacto con la editorial, estaba un poco preocupada”, cuenta entre risas el autor, que confiesa que este título maravilloso es obra en realidad de su editora, Carmen Fernández de Blas. “Coelho no sale tanto, en realidad. Lo utilicé como reflejo del clasismo intelectual del protagonista, y de la gente que es como él. Hace unos años Paul Auster era respetado, desde hace poco hablar mal de él está bien visto. En ciertos círculos sociales, compartir odios es una manera de no exponerte, de ocultar tu propia mediocridad”.
Desde aquí entonamos un mea culpa; una vez nos metimos un poco con Paulo.
Qué bien huelen los libros:
2. Si te pareces demasiado a un personaje de Nick Hornby, mal
“A la hora de las referencias musicales (cada capítulo empieza con la letra de una canción) y de construir esos personajes inmaduros me fijé mucho en Nick Hornby”, cuenta el autor. Ahora que lo dice, sí recuerda un poco al prota de Alta fidelidad. En cuanto al tono, reconoce que la escritura de Chuck Palahniuk y Caitlin Moran le ha influido, por su rapidez y agilidad, igual que trabajar en El Intermedio, donde lleva buscándole la gracia a nuestra dantesca actualidad 11 años: “Entré de becario, cuando el programa aún no tenía nombre y era semanal. Trabajar en la tele te enseña a enganchar al lector en cada frase”.
3. Nunca es el momento perfecto para nada, así que hazlo ahora
Pocos novelistas viven de ello, y trabajar en un programa diario deja poco tiempo para el retiro espiritual. “Al final, entre un mes de excedencia, las vacaciones y los fines de semana, conseguí sacarlo adelante”, cuenta Sarriá. Es un proyecto que venía de largo y para el que decidió sacar horas gracias a una amiga y compañera de trabajo, que falleció de manera inesperada: “Ella siempre me decía que el mejor momento nunca llega”.
4. Domestica tu ego antes de que se vuelva salvaje
Sarriá, natural de Málaga, ha vivido unos cuantos años en el barrio ‘it’ de Madrid, Malasaña, y de ahí nace Julián: “Está hecho de retales de conocidos, algo de mí mismo…”. Cuenta que para escribir el libro se mudó a San Agustín de Guadalix, para poder ver ese compendio de bares de brunch, tiendas de ropa vintage y cosas cuquis y casas pequeñas y muy caras desde la distancia: “Es un barrio muy raro, no hay niños, todo está hecho para cultivar tu ego: tu barba, tu bici… Cada vez que vuelvo a mi ciudad la realidad me da una hostia; la vida es otra cosa.”
5. Asúmelo: tus problemas sólo los puedes solucionar tú (with a little help of your friends, pero estás solo ante el peligro, al fin y al cabo)
Ni el monje que vendió su Ferrari, ni el Universo que conspira, ni los likes de Facebook. La novela habla de las huidas hacia delante, de la soledad y de lo difícil que es dejar de ser gilipollas cuando llegas a los 40 y te pareces a Julián. Pero todo con mucha gracia y sin la irritante pretensión del Peterpan cuarentañero.
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