El disco se convierte en objeto
La industria musical explota el filón de las reediciones lujosas de álbumes míticos
LosRolling Stones llegaron el pasado mes de mayo al número 1 de las listas británicas de ventas de discos por primera vez en 16 años. Y no lo hacían con un nuevo álbum. Su éxito era la reedición de un título de 1972, Exile on Main Street, uno de los hitos del catálogo stoniano que la discográfica Universal recuperó en cuatro variantes: el disco original remasterizado en CD, la reedición en vinilo, un doble CD con 10 canciones extra y una caja de lujo (en sentido literal, cuesta cerca de 130 euros) que incluye las versiones en vinilo y CD más un DVD y un libro.
Operaciones de arqueología musical como la del Exile, que convierten la reedición de material viejo en un acontecimiento, son ahora un flotador para una industria que cada día se hunde un poquito más.
Las cifras del sector son desoladoras. El año pasado las ventas mundiales de discos cayeron un 7,2%. En Estados Unidos, la gran potencia musical, se ha llegado a niveles de hace cuatro décadas, cuando la crisis del petróleo golpeó duramente a las discográficas; mientras que en España, según datos de Promusicae, en el primer semestre de este año se han alcanzado mínimos históricos con una dolorosa caída del 12%.
Las ventas digitales, en cambio, van viento en popa: según los últimos datos de la International Federation of the Phonographic Industry, el año pasado aumentaron un 9,2%, y ya representan el 25% del total de ingresos del sector. Sin embargo, las descargas legales todavía no generan suficiente dinero como para compensar el declive del CD. Así, una de las soluciones que ha encontrado la industria es elevar el disco al estatus de objeto.
Bruce
ADN.es
Mientras internet está enterrando el concepto del álbum como pieza unitaria (paradigma que establecieron los Beatles en 1967 con su Sgt. Pepper’s), las discográficas siguen el camino contrario y se han lanzado a hurgar en sus archivos para reivindicar discos icónicos del rock –a menudo coincidiendo con el aniversario de su publicación– con un lavado de cara y presentación de lujo que justifiquen su enésima adquisición a un precio a menudo prohibitivo.
Este año hay un alud de novedades en esta línea, y ahora que se acercan las fechas navideñas (cuando se venden más discos) los ejemplos se acumulan: desde la reedición sólo para fans del Station to stationde David Bowie hasta el rescate de las mezclas en mono de los discos de Bob Dylan, pasando por las cajas de Bruce Springsteen, los Rolling Stones, John Lennon y Paul McCartney o los Who.
Si el mercado reserva incluso un hueco para rescatar a Supertramp (su Breakfast in America reaparece ahora en un cofre con un doble CD y el vinilo) es que la cosa va en serio.
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