El boicot a las burbujas parece una inocentada
Una frase aparecida en un anuncio de una conocida marca de cava, llena de aparentes buenos deseos, se ha convertido en fuego atizador del secesionismo catalán.
O así se entiende ante lo que parece jocosa maniobra de los Santos Inocentes que a lo peor no lo son tanto. Al president Artur Mas se le atragantará el turrón perdiendo su juvenil aspecto. Una sola frase llena de aparentes buenos deseos se ha convertido en fuego atizador del secesionismo catalán. El “juntos dentro de cien años” lanzado en clima burbujeante será tan histórico como el “ja soc aquí” de pretensión tan diferente. Ni que David Bisbal cantara patriotero el “banderita tú eres roja…” en vez de algo muy americano lleno de swing exaltador de merry Christmas.
Va acompañado de mensaje aparentemente inocente deseando que “dentro de cien años sigamos juntos”, intención repetida enfáticamente por José Luis Bonet. La de Dios es Cristo, hay que ver cómo iban barriendo un independentismo que se les ha subido a la cabeza incluso sin cava. Por eso piden boicot, repudiando el anuncio que se emitirá desde el próximo día 9. Andan como sin entendederas, tal si el espumoso de Sant Sadurni embotara sus ideas.
Ni puestos de acuerdo, una concordia casi navideña. Va de desmentido emparejado para que no sigan diciendo. Casi necesitarían heraldos trompeteros para que sus mensajes tranquilizadores lleguen a los cuatro vientos. Suena a buen augurio navideño, algo en lo que no participará la defenestrada Ana Mato, aumentando su bien aprendido gesto nada convincente de cándida paloma. Fue tristísima y contestada ministra de Sanidad desde que llegó al cargo. Ya no podía más, casi víctima, y le faltaban recursos convincentes. No es el caso del Bisbal renovado como sugestiva y casi seductora imagen americanizada en el luminoso spot de las burbujas. Sustituye, la crisis que no perdona, lo que antaño hicieron celebrities hollywoodienses como Gene Kelly, la hoy olvidada Liza Minnelli en el esplendor de Cabaret,Kim Bassinger cuando era bellezón –hablo de 1993–, estaba casada y no tenía veleidades lésbicas en las que desembocaron sus difundidos encontronazos maritales con Alec Baldwin, historia también padecida por Jacqueline Bisset luego abandonada por el bailarín Alexander Godunov, algo repetido más tarde por el semivalenciano Vicent Peréz, que así lo tildan en Francia.
Antología de los mejores astros.
Burbujearlos suponía un grato acercamiento a los inaccesibles últimos mitos del cine. Posibilitaba hasta olerlos, descubrir sus tics, compartir su lado bueno y simpático o posturas bordes como las del estirado –y no solo de actitud– Pierce Brosnan en Palm Beach, en el miamero Mara Lago. Es un hortera casoplón alquilado a Donald Trump donde acaba de casarse su hija. Pierce se negó a bailar con la anfitriona Gloria Ferrer, señora de las que ya no quedan. Prodigó el mismo aire hosco de Andie MacDowell, que hoy solo promociona regeneradores capilares. En Chicago, Brosnan estuvo de un borde tan subido como antipática de morir Meg Ryan en Nueva York o Gwyneth Paltrow en Berlín dejando de lado las evoluciones de Ángel Corella. Andie fue a la rueda de prensa –menos de media hora– más corta de toda esta memoralia donde Bassinger batió récord cautivador respondiendo cualquier demanda durante un par de horas. Revivida por el centenario Freixenet supone antología de los mejores astros, desde Shirley McLaine bailando a dúo con el hoy corporalmente desfondado Miguel Bosé cual armario de cuatro cuerpos, a Raquel Welch marcando época pasando por Paul Newman o Don Johnson explotando su típico gesto achulado con ceja levantada –es el padre de la hoy triunfadora Dakota, su hija con Melanie Griffith–.
Recuerdo cómo ante Juncal Rivero y Sofía Mazagatos, en 1996, Anthony Quinn se cabreó con la altiva Mar Flores en una Venecia anegada por el agua alta porque llegó tarde a la presentación del anuncio. Mar fracasó estrepitosamente en su única película bajo Juan Antonio Bardem y Sofía nunca logró estrenar lo que hizo, o deshizo, en México interpretando a la masculinizada pero lírica sor Juana Inés de la Cruz. Con ínfulas de la diva que nunca fue, Mar nos tuvo esperando media hora. Anthony Quinn le dijo de todo. Yo estuve allí, repasando el renacentista hotel Danielis, padecí la informalidad igual que en Berlín Demi Moore nos arrancó sudores, reticente a confirmar su romántica historia con Ashton Kutcher, que acabó mal como ya se sabe. Nada que ver con la entente creada por Sharon Stone –cruzado de piernas memorable, así era el sexy del buen Hollywood– con Antonio Banderas. La irrepetible Montserrat Caballé iluminó dos años con su voz única, la última hace un año en un anuncio regocijante firmado por Icíar Bollaín del que rio hasta la última diva, que el 9 recibirá gran homenaje en el Teatro Real. Además de inmortalizar lo mejor del cine y sus estrellas, las burbujas Freixenet son tan típico de complemento navideño como los villancicos, el turrón, los atragantantes polvorones de la Estepa y el mazapán toledano.
Cambio en la orientación propagandística del burbujeo. Caras nuevas, aires jóvenes, distinto talante acaso más próximo, a fin de alejarse del probable pero imposible veto nacional rechazador del cava catalán, réplica temida ante el cerril emperramiento independentista del president Mas.
Es un spot con mensaje luminoso, estimulador, reconfortante y cálido. Descubre, revela, hace nacer un David Bisbal casi sofisticado bajo pajarita sobre negro esmoquin estilizador y zapatos de punta acharolada. Sin sus emblemáticos rizos rubios juguetones, danza en un compendio rítmico de mucho swing ajeno al “bulería, bulería…”. Todo un punto y aparte en su imagen proclamando lo también remachado por José Luis Bonet. Es el prohombre de la marca que acaba de ser elegido presidente de la Fundación de Cámaras Españolas de Empresarios. Mantiene valentía desafiadora del reto independentista. Fue el primer gran empresario en hacerlo, con José Manuel Lara. Quijotesco y desafiador, sigue en sus trece. Insiste, glosa y prodiga ocho palabras que pueden aplicarse, entenderse y también servir políticamente. Otra manera de comunicar buenos deseos. Así lo entiende la mayoría: “¡Por los próximos cien años juntos!”, deseó diciéndoselo todo a buen entendedor, y no hay vuelta de hoja a lo que, conmemorando su aniversario empresarial, buscan compartir, propalar, subrayar y convertir en eslogan casi coreado, mientras Bisbal aporta la voz solista, secundado en el baile por la dulce María Valverde. Nuevamente de pies en tierra –y así nos lo dijo– parece haber superado la depre de su ruptura con el coruñés Mario Casas que me aseguran “no sabe dónde se ha metido enamorándose de una mulata”. Cuentan y no acaban tocando madera. El gallego es de los guaperas actuales de nuestro cine, mejor actor que Jesús Castro, al que no pronostico gran futuro tras su premio gordo de El niño, rebasa al arisco Maxi Iglesias con su aire de malísimo o el defenestrado Miguel Ángel Silvestre ya no considerado sex symbol racial a quien lo de Duque le duró más que el titulado consorte Alba al inconsolable Alfonso Díez. Tras el luto retitulador de Isabel Pantoja con lo de Paquirri, ya es “el viudo de España”. A la folclórica le duró un año justo hasta que le alivió el duelo chequera en mano la revista ¡Hola! con bien pagada exclusiva.
Un doliente Alfonso Díez.
Muy afectado y desnortado, Alfonso Díez pasó seis días encerrado en Dueñas. Recordó, añoró y lloró abundantemente mientras hacía las maletas. Prescindió del entorno hasta ahora jaleador solo comunicándose con sus hermanos. Vaga fantasmal repitiendo casi la doliente imagen de Alfonso XII en pos de María de las Mercedes a la que, pese al romanticismo entonces bien vendido desde el Palacio de Oriente, le puso muchos cuernos. Es contrapunto doblemente real que podríamos aplicar reafirmando lealtad a este Alfonso contemporáneo. Sevilla ya lo hace retomando el estribillo de la copla nostálgica: “¿Dónde vas, Alfonso Díez, dónde vas, triste de ti? Voy en busca de mi Tana que ayer tarde la perdí”.
En las modernistas cavas de Sant Sadurní de Noia festejaron estreno y centenario mientras resonaba la precisión de Bisbal sobre posible paternidad argentina: “Es falso, todo falso, producto del corta y pega. Solo tengo una hija –la nacida de Elenita Tablada– y se llama Ela”, aseguró igual que Paula Echevarría lo hizo en Madrid bautizando nueva tienda Tous. Allí actuó como filmando Velvet, fingió y desplegó sonrisa quitándole importancia al rumor creciente, mantenido y persistente de problemas –nada nuevo, existen desde el sí, quiero en Covadonga– con Bustamante: “No soportan vernos tranquilos y felices”, en eso está la también cuestionada Nieves Álvarez, imagen del grupito. Inventan y desacreditan, pero todo sigue igual. Y Paula lo acentuó advirtiendo: “El día que Daniela, mi hija de 6 años, venga llorando a casa por haber leído algún rumor, armaré la de Dios es Cristo”, dejó claro y sin descomponerse porque sabe dominar situaciones.
Y yo diría que iguala hasta la emoción generada con pasmo burbujeante ante los increíblemente erguidos casi 90 años de Josep Ferrer, patriarca impulsador de una firma vinícola ya con veinte marcas y viñedos desde el Penedés a Chile, Napa Valley y Australia. Lo magnificaron con menú cinco estrellas firmado por Nandu Jubany y Carles Abellán tan distintos, más sabrosos y menos numereros que Adriá. Son maestros de la nueva cocina catalana que tuvo ancestros únicos en el Hostal Ampurdán o el Hispania, también el Isidro barcelonés o Cá la Paquita, donde comían Dalí y Josep Pla, auténticos sibaritas. Hoy hubiesen paladeado aperitivos sofisticados, desde la típica mini escudella al corte de foie con anís, el atún con raro caviar de soja, el blinis de caviar de río o los más contundentes bogavante sobre trufa negra y la casi navideña pelota de pollo trufada con orejones, ciruelas y piñones. Remató un enorme pastel aniversario evocador de grandes momentos de la casa. Los inmortalizaban fotos en chocolate blanco firmadas por Escribá, otro lujazo pastelero. Cumple va, aniversario viene, cuánta historia revivida quizá deseando escapar del complicado presente: también hizo revivalRaphael con tanda de conciertos.
Medio siglo en los escenarios.
Va de medio siglo cantando, como los del Pronovias de Alberto Palatchi vistiendo casamenteras tras iniciarse llegados de Turquía vendiendo cintas y tiras bordadas al aire aventurero de Isak Andic nacido en Estambul, dueño de Mango y entre los más ricos de España. Tuvo cincuentón público entregado con el de Linares. Concurrió la plana mayor familiar con Amalia Bono, Alejandra Martos, Ana Rodríguez –que igual escribe desestabilizadoras memorias matrimoniales sobre el exministro, da vueltas al proyecto– la luminosa Blanca Suelves, duquesa de Alburquerque, Fonsi Nieto unido a Beatriz Matallana de melena morada y la felina Patricia Pérez –que nunca recuperó lo prestado a Colate cuando eran pareja– bajo peludo chaquetón cuyos abrazos dejaban tanta marca como los hitos de Pronovias bien reseñados en un libro memorándum de 300 páginas. Nada que ver con el bautizado por Sara Carbonero advirtiendo cómo encarar la madurez aunque solo tenga 30 años, mientras el grupo matrimoniador confirma que Elsa Peretty, diseñadora estrella de Tiffany, fue su primera maniquí y que Karolina Kurkova es su modelo fetiche. Que además de Isabel y Fernando con su “tanto monta…” los enlaces históricos más significados fueron los de Kennedy con Jacky y el de Lady Di. Ellos vistieron a Genoveva Casanova, hoy rebautizada Genoviva tras pasar por Genoboba. Aprendió un montón amparada por los Alba sin poder pillar a Álvaro Vargas Llosa y ahora encaprichada con José María Michavilla, exministro aznarista y abogado de Shakira y Alejandro Sanz. Genoveva o Genoviva, pero nunca Genoboba, no se anda por las ramas. Pica alto.
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