‘El árbol de la vida’: érase una vez en el Edén
Terrence Malick retrata la más sensible infancia en su quinta y más ambiciosa película
Brad Pitt y Jessica Chastain en ‘El árbol de la vida’.
TRIPICTURES
Si esperas el tiempo suficiente, otra película de Terrence Malick verá la luz; El árbol de la vida es el quinto filme del cineasta en cuatro décadas.
Pero la espera ha sido fructuosa. Gracias a él, he viajado a mi infancia olvidada, donde nada era aún corrupto y mi entorno se presentaba puro, como siempre debería.
El árbol de la vida captura en Texas, años 60, la pérdida de inocencia de Jack (Hunter McCracken), un niño que vive con su generosa madre (Jessica Chastain), su severo padre (Brad Pitt) y sus dos hermanos pequeños.
El filme comienza con una repentina tragedia. Uno de los vástagos ha muerto, pero Malick (Malas Tierras, La delgada línea roja) no explica ni quién ni cómo.
A cambio, prefiere mostrar imágenes extraordinarias de la creación del cosmos. La vida y la muerte se miran al espejo, es la naturaleza más implacable.
En su jardín idílico, Jack vive en un estado de gracia junto al pelo rafaelita de una madre que nunca repite vestido. El señor y la señora O’Brien (no merecen nombres) contrastan en sus formas.
El progenitor pregunta a su hijo: “¿Quieres a tu padre?” Y Brad Pitt aprieta su mandíbula en una escena terrible. “Sí, señor”, responde Jack.
Entre momentos casi edípicos, experimenta por primera vez la envidia, el placer, el pecado. ¿Qué hago aquí? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos?, se cuestiona como lo hicieron tantos otros.
Las hojas y el viento parecen susurrarle unas respuestas que siempre escapan a los penetrantes ojos del dotado actor. Es el alter ego de Terrence Malick, nostálgico por regresar al edén perdido.
Cada infancia es una pequeña historia de la creación y El arbol de la vida es prueba magistral de ello.
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