De rey de la favela a notario de la noche carioca
Leandro Firmino, el malo de Ciudad de Dios, alterna sus trabajos como actor de telenovelas con su faceta de documentalista
Leandro Firmino arrastra, desde los inicios de su carrera cinematográfica, el sambenito de malo. La culpa la tiene su papel en Ciudad de Dios, favela donde nació y título de la película que dio a conocer al mundo esta humilde comunidad carioca. En ella, interpretaba al temido Zé Pequeno, personaje del que se ha intentado alejar a toda costa para no quedar marcado. Una tarea, sin duda, difícil, hasta el punto de que fue requerido para dar vida a un traficante en la telenovela Vidas opostas.
Aceptó el papel, dice, porque Sovaco es un personaje que intenta salir del hampa y convertirse en cantante de pagode, una derivación musical de la samba nacida en los arrabales de Río de Janeiro, donde Firmino vio la luz en 1978.
Allí, en la propia Cidade de Deus, lo descubrió Fernando Meirelles, quien lo reclutó para participar en Palace II. Un año después, llegaría el exitoso filme, candidato a cuatro Oscar y que le supuso el premio al mejor actor en el Festival de La Habana.
“Participar por primera vez en un largometraje fue muy importante y el hecho de que funcionase tan bien me ayudó bastante”, reconoce Firmino a ADN.es desde Río de Janeiro.
Amante del género documental
Catapultado a las pantallas de todo el planeta, Firmino siguió con su carrera en Brasil, aunque su trabajo no trascendiese en Europa. Actuó en largometrajes, series y telenovelas, aunque su presencia en Cidade dos Homens (realizada para ser exhibida en televisión) reforzó su condición de afavelado.
Pero, más allá de su carrera de actor, Leandro quería dirigir. Fue entonces cuando surgió el proyecto de Pax Filmes, una productora de Río de Janeiro que pretende filmar diez largometrajes de bajo presupuesto. Junto a Paulo Pons y Alceu Passos como socios, la iniciativa pasa por la realización de cintas de género cuyo coste no supere los 4.000 euros.
“Es un proyecto muy chulo”, afirma Firmino, cuyos compromisos profesionales lo han apartado temporalmente del cuartel general de la productora. “Estoy currando en una telenovela de la Rede Record y me han ofrecido trabajos en cine y teatro. Es posible que actúe en la primera película de la Pax y, respecto a mi faceta como director, podría dirigir alguno de los filmes previstos en el futuro”.
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Contrastes de la sociedad
A Leandro le seduce el documental. Ya ha grabado uno con tres amigos sobre los encuentros y desencuentros de los habitantes de Río, ciudad asimétrica (económica, social y culturalmente) donde las haya.
“Quise reflejar los puntos en común de la clase alta y de la menos favorecida. Ambas se acaban encontrando por la noche en bailes y discotecas, en ambientes de funk o en barrios como Lapa”, explica.
Otras ideas siguen en su cajón, como nos chiva su socio de Pax Filmes, Paulo Pons. “Lo que realmente le gusta a Leandro es el documental y, después de lo que ha hecho, tiene en mente un interesante guión sobre un tren que parte de Río hacia una zona suburbial peligrosa”.
Firmino, a la vez que participa en producciones televisivas, sigue aportando su grano de arena para que proyectos más independientes salgan adelante. Y, además de la Pax, ha participado como actor en interesantes iniciativas del cine marginal. Es el caso del cortometraje de enrevesado nombre O filme do filme roubado do roubo da loja de filme, realizado por la Companhia Brasileira de Cinema Barato, que se valió de un teléfono móvil para rodarlo.
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