Ellas.
Dirección: Malgoska Szumowska.
Intérpretes: Juliette Binoche, Anaïs Demoustier y Joanna Kulig.
¿Son todas las prostitutas esclavas sexuales o existen meretrices que ejercen voluntariamente? Esa es la pregunta que se formula Anne, una periodista de la revista Elle que ultima un reportaje sobre la prostitución estudiantil. A través de las conversaciones que configuran su pieza periodística conocemos a dos jóvenes universitarias -una francesa y otra polaca- que se pagan los estudios (y su apartamento, su ropa y sus actividades de ocio) alquilando su cuerpo a maridos infieles aburridos de sus esposas o a yuppies cuyas extravagantes filias no serían oportunas de revelar en una relación convencional. Hombres adinerados, en cualquier caso, que pagan magnánimos la hora de servicio a cambio de placer y discreción.
La pregunta que pretende responder esta periodista a la que interpreta Juliette Binoche es tan controvertida que incluso causa división en el seno del movimiento feminista. Es un debate pedregoso que enfrenta a quienes defienden el derecho de la mujer a utilizar su cuerpo libremente y quienes por el contrario insisten en que los seres humanos no pueden ser objetos de consumo. El cine retrata con mayor asiduidad la lacra social de la esclavitud sexual y la trata de blancas -la reciente Evelyn de Isabel de Ocampo– y cuando mira a esa hipotética voluntariedad del oficio (“ninguna niña sueña con ser puta”, es uno de los argumentos que sostienen los abolicionistas), lo hace en tono abiertamente desaprobatorio y moralizante, concibiéndolas como mujeres descarriadas que necesitan ser rescatadas para ejercer un trabajo más digno o simplemente casarse -desde Vivir su vida, de Godard, a Princesas, de León de Aranoa, pasando por Pretty Woman, de Garry Marshall-.
La directora polaca Malgoska Szumowska, experimentada en el terreno del documental, plantea esta ficción como una exploración periodística que parte del prejuicio, pero busca desentrañar una realidad con honestidad. En ese sentido, el personaje de Binoche funciona como catalizador de esas dudas y esos prejuicios que cualquier espectador puede albergar. Su rol de periodista le permite ahondar en la cuestión para resolver incógnitas, interrogar a dos profesionales del sexo para conocer sus motivaciones y así determinar si su oficio es elegido u obligado. En esa ambición, Ellas es una apisonadora de conceptos predeterminados culturalmente, de lugares comunes perpetuados e inamovibles. Y es ahí donde la película discurre a la perfección, casi como un documental, gracias a la fascinante capacidad de transmitir verdad de Juliette Binoche -ya sea ebria, masticando con la boca abierta, desesperada por fumarse un cigarro o excitada sexualmente-.
El problema es que la cineasta polaca además intenta incrustar todo ese proceso informativo -que es apasionante por sí solo- en un drama familiar burgués con matrimonio distanciado, hijo adolescente díscolo y niño desatendido, con la intención, tal vez, de extrapolar la reflexión extraída de la investigación periodística. ¿La vida familiar aplaca el deseo? ¿Las responsabilidades convierten al matrimonio en un contrato tedioso? Ahí, en su clímax, incluida la extraña ensoñación que parece señalar con dedo acusador al padre de familia, es cuando las intenciones de Szumowska se vuelven un tanto incomprensibles y desvirtuan ligeramente el conjunto.
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