Llueve. Las ojeras marcan los rostros. Unos cigarrillos se lían, otros salen del paquete, todos se fuman a la puerta de las casas del asentamiento de Puerta de Hierro (Moncloa-Aravaca). Corre el café en un ambiente similar al de la sala de espera de un hospital, cuando toda la vida se juega en una operación. La que a ellos les quita el sueño es la operación urbanística que promete acabar con los hogares de las 13 familias que aún resisten en el lugar.

“¿No han venido?”, preguntaba ayer a una mujer abrazada a la bata que la enfunda. Un corrillo de cuatro personas observan bajo la lluvia el camino de entrada al poblado. Están de pie sobre azulejos, el suelo de la casa de un vecino, de un familiar. Alrededor de 50 núcleos de etnia gitana han llegado a vivir aquí, cerca de la depuradora municipal. Todos eran familia entre sí.A la decena de casas que quedan han llegado hace unos meses nuevos moradores, miembros del Movimiento 15-M que se solidarizan con la oposición a los derribos.

Ayer esperaban tres. “Están ya firmados, eso lo sabemos. Ahora, al llegar el invierno dejar a la gente en la calle, es inhumano”, dice Mercedes, una de las habitantes.

La conversación se repite una y otra vez. “Una de las casas que van a tirar es de una mujer con obesidad mórbida que tiene un hijo de 24 años con síndrome de Down. La iban a realojar en un piso del IRIS en la avenida de la Albufera, pero lo han ocupado de una patada”, comentan. Una de sus denuncias es que el realojo se ha ofrecido a 13 de las 54 familias.

Plazo municipal

Para el Ayuntamiento, que es el que trata de aplicar la disciplina urbanística tras 40 años de asentamiento, el problema de Puerta de Hierro se está alargando. Hace dos meses que recibieron cartas municipales anunciando la desaparición del poblado el pasado 15 de septiembre. Desde entonces las noches se pasan en vela en el poblado, el café hierve y los cigarrillos se consumen sin cesar.