Casas sobre tumbas
El crecimiento de la capital ha llevado a muchos vecinos a vivir, sin saberlo, sobre antiguos cementerios
El antiguo cementerio San Martín, donde se erigió el estadio de Valleherrmoso
Archivo
Buena parte de los ensanches de Madrid se han asentado sobre lo que antes fue tierra de descanso para difuntos. En el día en que casi un millón de madrileños acudieron a los cementerios a recordar a sus muertos, miles de vivos hacían su día a día sobre camposantos históricos olvidados y sobre los que se ha edificado con profusión viviendas, fábricas o míticos estadios deportivos.
La capital tiene dedicadas unas 235 hectáreas a cementerios. En el más grande, La Almudena, descansan cuatro millones de personas. Le siguen los de Carabanchel y Fuencarral. Pero mucho más espacio de la capital ha recogido cadáveres y, si algunos fueron traslados al clausurar los camposantos, otras veces las obras destaparon fosas, nichos y calaveras, antaño recordados y más tarde olvidados.La profesora de Geografía Humana de la Universidad Complutense Beatriz Jiménez, que ha rastreado los vestigios funerarios de la capital, explica: “Hay un gran impacto de los cementerios sobre la urbanización, que hubiera sido totalmente diferente de no existir estos camposantos”.
Chamberí funerario
El ensanche norte de la ciudad se asienta sobre nichos y tumbas. El Cementerio General del Norte se construyó entre 1804 y 1809. Bloques de vivienda y un centro comercial en la calle de Arapiles se levantan hoy allí donde reposó Mariano José de Larra. También se dio sepultura a madrileños junto a la glorieta de Quevedo y sobre las actuales calles de Fernández de los Ríos y Casarrubielos, en el cementerio de San Ginés y San Luis, donde enterraron a Bretón de los Herreros y Juan Hartzenbusch.El mítico estadio de Vallehermoso se ubica, también, encima del descanso de un buen puñado de almas. La pista de atletismo ocupaba el lugar donde se construyeron los nichos del cementerio de San Martín y San Ildefonso, años después refugios antiaéreos en la Guerra Civil. “Mi madre inspiró mi estudio al contarme cómo de niña veía allí los nichos derruídos”, cuenta Jiménez.Y no termina ahí. El parque Móvil Ministerial, entre Donoso Cortés y Cea Bermúdez, fue un solar dedicado a devolver hombres a la tierra. Llamado de La Patriarcal y clausurado en 1884, se le conoció como campo de las calaveras porque podían verse restos y féretros muchos años después.
Enterramientos del sur
El sur de Madrid empieza a pujar. Desde Matadero hasta la conversión de los polígonos de Delicias y Embajadores en bloques de lofts, centros alternativos y salas de música. Muchos de esos ladrillos se equilibran sobre huesos. Entre las calles de Méndez Álvaro, Bustamante, Vara de Rey y Ramírez de Prado había dos: el de San Sebastián y el de San Salvador y San Nicolás. El primero tiene encima un edificio que comparten Alcatel y el Ayuntamiento. Y sobre ambos cementerios se levantó la antigua fábrica de cervezas El Águila, ahora Archivo Regional y Biblioteca Joaquín Leguina.Más allá del río Manzanares se construyó el Cementerio General del Sur. Entre las calle de Baleares y de la Verdad, fue creado para albergar el exceso de demanda en el norte y funcionó hasta inicios del siglo XX. Acabó en su terreno el bandolero Luis Candelas. Hoy tiene encima canchas deportivas y viviendas, aunque sus antiguos inquilinos fueron mudados a la enorme Almudena.
El Retiro y Chamartín
Otros dos espacios que fueron cementerios son el parque de El Retiro y el frontal de las Cuatro Torres. Carlos III mandó hacer un camposanto que abarcaba la extensión donde hoy se erigen el Palacio de Cristal o la estatua al Ángel Caído. En la otra punta de la ciudad, se enterraba en el de Chamartín de la Rosa, donde ahora hay aparcamientos para la estación de tren. Viajes bien distintos.
Comentarios recientes