Los cerca de 100 indignados que permanecen acampados en plaza Catalunya son la prueba evidente de la división interna del movimiento.

Mientras que muchos siguieron los pasos de sus homólogos de Puerta del Sol y desalojaron la plaza el pasado sábado para iniciar la siguiente fase de deslocalización hacia los barrios, un reducto  sigue obstinado en aferrarse a ella. Aunque ni tan siquiera entre ellos haya unanimidad acerca del pretexto.

Algunos, como Álvaro, tachan el desalojo completo de “irresponsabilidad”. El joven señala que debe “haber siempre alguien en la plaza para cuidar las estructuras” y poder convertir plaza Catalunya en un ágora.

“No nos vamos a marchar”, desafía Raja y sostiene que quienes abandonaron la plaza el pasado fin de semana fue porque “tenían miedo”.

Jose, en cambio, alude al carácter bisoño del movimiento y sostiene que sólo se podrá desalojar la plaza cuando estén claros los pasos a seguir. “Si queremos actividad diurna, tiene que funcionar también la nocturna”, justifica.

El único punto de convergencia es el hartazgo hacia la (estéril) discusión de si seguir en la plaza o abandonarla.

Con independencia de la división interna del movimiento, los indignados mantienen su agenda plagada de actos. Hoy marcharán desde plaza Catalunya hasta el Parc de la Ciutadella para protestar ante el Parlament por los recortes en Sanidad y Educación.

El movimiento aprovechó ayer su Twitter para lanzar un claro mensaje a los insubordinados que permanecen en la plaza: “Lo de Sol es una lección”, en alusión a la unidad de los indignados madrileños.