Nunca es tarde si la dicha es buena. Esto es lo que debió pensar el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, cuando el 16 de enero se descolgó con la presentación de un escenario completamente negro para España durante 2009. Las previsiones gubernamentales por fin coincidían con el consenso de los analistas. Era la primera vez desde que estalló la crisis que el Ejecutivo admitía sin medias tintas su gravedad.
El día elegido para hacer semejante cura de realismo no fue casual. El Gobierno debía aprobar, para su envío inmediato a Bruselas, la actualización del Programa de Estabilidad, que es una especie de rendición de cuentas ante la Unión Europea sobre la situación económica del país. El Ejecutivo estaba obligado a ser lo más realista posible a la hora de elaborar ese Programa porque la Comisión Europea juzgaría la actuación del Gobierno durante los próximos meses tomando como base los datos contenidos en el mismo.
Tampoco es casual que el anuncio del 16 de enero tuviera lugar justo 72 horas antes de que el departamento económico de la Comisión, que Solbes dirigía hasta 2004 y que ahora sigue comandando un socialista español, Joaquín Almunia, también revisara sus previsiones y dibujara un escenario mucho más negativo. Los datos publicados el viernes sirvieron para preparar el terreno y amortiguar el duro golpe de las cifras llegadas desde Bruselas el lunes.
Ante la tesitura de que Almunia sacara los colores a Zapatero anunciando un panorama sombrío para nuestro país mientras el Gobierno seguía negándose a reconocerlo, el Ejecutivo decidió adelantarse a la noticia y admitir por fin la gravedad de la situación.
El problema es que el Ejecutivo ha estado durante meses negando la existencia misma de la crisis y luego su alcance y consecuencias. Así, a pesar de que la burbuja de las hipotecas basura se pinchó en Estados Unidos en el verano de 2007 y ya desde aquel otoño empezaron a cambiar de signo ciertos indicadores, el Gobierno no se ha dado por enterado hasta que España ha superado los tres millones de parados.
Esa tardanza en el diagnóstico ha provocado que se estén aplicando en 2009 unos presupuestos generales del Estado que están basados en unas premisas completamente obsoletas. De hecho, las cuentas públicas que se están aplicando desde el 1 de enero están elaboradas con la hipótesis de que la economía española crecerá este año el 1%, cuando el propio Ejecutivo admite ya sin rubor que lo que habrá es un retroceso del PIB del 1,6%.
Respecto al déficit público, llama la atención su espectacular crecimiento en los últimos meses. Mientras en 2007 el saldo presupuestario de las arcas públicas era positivo (2,2%) y el Gobierno sacaba pecho de lo bueno que era tener superávit, en apenas un año se ha tirado por la borda todo el saneamiento realizado durante la década anterior. Así, y según el Gobierno, el déficit público alcanzó el 3,4% a finales de 2008 y este año terminará en el 5,8%, cota que no se alcanzaba desde 1995. Si el dato se confirma, a finales de año España será, después de Irlanda, el segundo país con más déficit de toda la zona euro.
Eso quiere decir que, a día de hoy, España incumple uno de los criterios de Maastricht que permitieron el ingreso de nuestro país en el euro: se ha superado el 3% de déficit público que fija como tope el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC). Por tanto, en cuanto los datos del Ejecutivo lleguen a Bruselas, la Comisión se verá obligada a iniciar la amonestación prevista para los casos de “déficit excesivo”.
Resulta curioso que el primer ministro de Economía que haya incurrido en déficit excesivo sea Solbes, quien durante cinco años fue el adalid del PEC cuando era comisario europeo de Asuntos Económicos. Mientras trabajó en Bruselas, Solbes cantó las excelencias de mantener las cuentas públicas saneadas. Y ahora parece haber mudado de criterio.
Pero, aparte de reconocer el negro futuro que nos espera, el Gobierno también ha cambiado estos días su discurso respecto a cuándo saldremos del atolladero. Al principio, cuando no se admitía ni la existencia de la crisis, se hablaba de que esto sería un pequeño paréntesis. Luego, una vez que se entró en recesión, el Gobierno dio a entender que para primavera se vería la luz, y así lo dijo Zapatero ante el Congreso de los Diputados hace apenas tres semanas.
Sin embargo, unos días antes del Consejo de Ministros del 16 de enero, durante el vídeo de presentación del plan E, el presidente del Gobierno ya admitió que la salida a la crisis no llegaría hasta el otoño… y su ministro de Economía, en la entrevista que concedió el domingo 18 a El País, se destapó con que no saldremos de la crisis hasta, como mínimo, “finales de 2010″.
Esa declaración de Solbes coincide plenamente con las previsiones de la Comisión, ya que este organismo augura que España será, junto a Portugal, el único país de la zona euro que durante 2010 continúe en recesión, con un decrecimiento del 0,2% del PIB y una tasa de paro del 18,7%, el nivel más alto de entre los 27 países que integran la Unión Europea.
Que el Gobierno ha cambiado de discurso es evidente. Sin embargo, queda la duda de si el Ejecutivo ha estado jugando todo este tiempo con los ciudadanos dosificando según le convenía la información o es que no se entera de nada y por eso va acomodando sus palabras obligado por las circunstancias. Cualquiera de las dos opciones deja al Ejecutivo en muy mal lugar, de ahí que la figura de Pedro Solbes, antaño hombre respetado, esté cada día más desprestigiada.
Comentarios recientes