Joan Crawford murió un 10 de mayo de 1977 en Nueva York. Cuando nació, no lo sabemos, porque las estrellas de verdad no tienen edad no la desvelan ni hartas de vino. Se llamaba Lucille Fay Le Sueur, pero ese nombre era más de escritora que de estrella de Hollywood así que a la cuarta película se rebautizó. Fue una flapper en los años 20 -una chica ‘liberal’, como se decía entonces-, y triunfó en los 40 y 50 (ganó un Oscar en 1945 por Mildred Pierce) para reciclarse en la serie B y el terror en los 60. Y lo mejor de todo, se consiguió una enemiga de altura y para toda la vida: Bette Davis. Tu talla moral y vital también la marca quien te odia, y Joan lo sabía. Porque era una SEÑORA, y aquí 15 veces en las que te enseña a serlo tú también en tu cotidianidad más mundana.

Cuando el churri llega a las tantas, lo mejor es la asertividad

Por supuesto, no hay que ceder al chantaje emocional

Ante el clásico “¿Por qué estás tan seria?” en un garito

Resistencia pasiva cuando no quieres salir un sábado a un garito a que te pregunten por qué estás tan seria

“Se lleva mucho el flequillo recto, así, ‘sixties’. Te va a quedar fenomenal”

Empiezas tu dieta ‘detox’ con muy buena actitud

Cara de “Efectivamente, amiga, era un capullo-gilipollasemocional”

Cuando llegas al bar con tus amigas para el ‘brunch’ dominguero de rigor y está lleno de advenedizos sin estilo

Cuando eres la más fresca de tus amigas pero vas de que no

Al leer la respuesta que esperabas en Whatsapp

Cuando te depilas las cejas raro y se te pone cara de otra; concretamente, de Faye Dunaway haciendo de Joan Crawford en su biopic

Cara de pedir adorablemente (imprescindible máscara de pestañas)

Mostrarte convenientemente horrorizada ante la visión del borrador de la Declaración de la Renta

Un ‘bitch, please’ en condiciones

Después de un buen ‘mansplaining’