Anuncios electorales condenados a ser ‘vintage’
19 de Septiembre de 2008 | Begoña Gómez
Comparando los últimos y malévolos anuncios de los dos bandos en la campaña electoral norteamericana con los que vimos en la primera temporada de Mad Men, que recoge en la ficción la campaña de Nixon contra Kennedy, lo más llamativo es lo poco que han evolucionado. El lenguaje audiovisual habrá sufrido unas cuantas revoluciones, I Love Lucy habrá dejado paso a Mujeres desesperadas, pero los temas son idénticos y las técnicas similares: la voz en off, la superposición de planos estáticos, las frases de cinco palabras.
Lo del making off tirando a barato lo entiende cualquiera que se haya visto sus temporadas de El ala oeste de la Casa Blanca. ¿Que es ficción? ya, ¿y? Pero las elecciones norteamericanas, también desde Kennedy, son un espectáculo hecho para verse por la tele, con tramas, subtramas, protas y secundarios clave. Y a Aaron Sorkin, director también de La guerra de Charlie Rose le reconocen en todos los ámbitos haber dado veracidad de documental a El ala Oeste. La prueba es que Richard Schiff, el actor que interpreta al speechwriter de la serie, Toby Ziegler, ha acabado siendo un ‘jugador’ de la arena política, que escribe columnas de opinión y que ha cenado con McCain en varias ocasiones (pero brindado su apoyo a Obama).
A lo que íbamos: en la séptima y última temporada de la serie, que profetiza el ascenso de un candidato hispano y outsider Matt Santos, interpretado por Jimmy Smits, vivimos una campaña completa, desde que los candidatos se presentan a las primarias hasta el famoso juramento en Washington. Cuando llega la hora de producir los anuncios televisivos, vemos que se fabrican en apenas horas. Con un seis y un cuatro. A la McGyver. De ahí que la finesse se pierda y salgan cosas chapuceras como las que estamos viendo en esta campaña, la más cara y reproducida del mundo. Si además de pocos medios añadimos mala fe tenemos cosas como éste, titulado Education, en el que los Republicanos acusan a Obama de querer enseñar sexo a los niños de guardería. “Enseñar teoría sexual antes de aprender a leer”. Dicen. En realidad, la propuesta demócrata que ridiculizan era un programa para enseñar a los niños a identificar a pederastas. Los últimos planos muestran a Obama con sonrisilla del pervertido del parque con un rótulo sobreimpuesto “malo para tu familia”.
El Museum of Moving Image de Nueva York acaba de lanzar una web que es algo así como la Enciclopedia Británica de los anuncios electorales: The Living Room Candidate. Allí están todos desde 1952, cuando Eishenhower empezó a anunciarse en los intermedios de I Love Lucy. (Ejercicio de autoflagelación: imaginar la versión española de esa web, de Fraga a Llamazares. Diver, ¿eh?. ¡Y narrada por Victoria Prego!).El caso es que la web deja en evidencia la tozuda repetición del género. Tanto que todos los anuncios pueden divirse en sólo siete categorías: “Niños”, “Gente real”, “Commander in chief” (of course), “Biográfico”, “Documental”, “En contra” (aquellos que utilizan declaraciones del rival para demostrar que miente o cambia de opinón. En estos momentos, esta técnica es la base del programa de sátira política más exitoso y respetado, el Daily Show de John Stewart)… y la mejor, “Miedo”. A ésta última pertenece el gran clásico del género, el anuncio titulado Daisy en el que Lyndon B. Johnson vendía la amenaza nuclear sirviéndose de una querúbica criaturita rubia.
En serio, inviertan 30 minutos de oficina en bucear por la web, es mejor que el vídeo de La he líado parda que les enviará su compañero. Y si no me creen, vean esta idílica estampa de George Bush padre vendiéndose como persona humana. Aparece una barbacoa en la que reconocemos triscando, entre otros, a Bush junior, Laura la de la sonrisa de Joker e incluso a las gemelitas cuando aún llevaban pañales. Porque conocer lo que te deparará el futuro es a veces lo más terrorífico.
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