Muchas tomarán nota de cada detalle del vestido de novia de Bella Swan -con 100 botones a la espalda, hecho de encaje y satén y obra de Carolina Herrera-. Y todas suspirarán al verla besarse en el altar con Edward Cullen. Pero los gritos llegarán, sin duda, cuando la pareja más forracarpetas de la década consume su noche de bodas.

Porque, después de tres películas de contención y exaltación de la virginidad, el mayor aliciente de Amanecer (Parte 1) es resolver tanta tensión sexual. Los seguidores de la franquicia basada en las novelas de Stephenie Meyer esperan ansiosos el momento más íntimo de Bella (Kristen Stewart) y Edward (Robert Pattinson).

En la cuarta entrega de la taquillera saga de vampiros, que se estrena hoy, tampoco faltarán el torso desnudo del lobo Jacob Black (Taylor Lautner) y su aportación al triángulo amoroso más conocido del cine teen. Amor, amistad sin límites, sacrificio o aceptación es parte de la moraleja de este filme dirigido por el oscarizado Bill Condon.’

El penúltimo capítulo de la historia entre un vampiro y una humana aborda el nacimiento de su primera hija, que conlleva una inesperada -si aún queda algun adolescente que no haya leído los libros- consecuencia para Jacob.

Mientras llega el verdadero final -en 2012-, Stewart, de 21 años, y Pattinson, de 25, apuran su momento de iconos teen entre interminables e insistentes rumores sobre una posible relación amorosa. Ella encarnará a Blancanieves en el cine próximamente y él acaba de rodar Cosmópolis con Cronenberg. Pero Crepúsculo marcará sus carreras para siempre.