Alemania publica (por fin) las memorias del guardaespaldas del Führer
En el aniversario del autonombramiento del Hitler como Führer de Alemania, una editorial se compromete a publicar las memorias del guardaespaldas del dictador
Rochus Misch muestra su foto con el uniforme de las SS
JOHN MACDOUGALL Berlin
En una de las últimas escenas de El hundimiento, Joseph Goebbels y su mujer salen al patio de la cancillería y se encuentran con un soldado que espera órdenes de un superior. Hitler se ha suicidado y todo el mundo se ha ido. Goebbels le dice: “Váyase, ya no lo necesito. La suerte está echada”.
La película de Oliver Hirschbiegel, estrenada en el 2004, ha sido muy importante para Alemania. Desde el final de la guerra, el país ha sido reacio a relatar su propia historia, salvo que fuera de manera claramente autoinculpatoria y avergonzada. El hundimiento ha inspirado a muchos artistas, directores, comisarios de museos y escritores a recuperar la memoria histórica de un país amordazado por la culpa.
Paradójicamente, la película inspiró también al soldado que aparece en esa escena. Su nombre es Rochus Misch, el guardaespaldas del Führer.
“No tengo nada de qué arrepentirme”
A diferencia de Günter Grass, cuyas memorias recién publicadas han levantado un debate internacional, o de Traudl Junge, cuya autobiografía fue la base de un conocido documental y para el guión de la película, Misch dice que no se arrepiente de nada. En parte porque se alistó “para combatir a los bolcheviques” y en parte porque, una vez que la casualidad le destinó a la guardia personal del dictador, no tuvo que disparar “un solo tiro” en toda la guerra.
Según sus propias palabras, se mantuvo “en sus obligaciones de soldado con disciplina”, ignorando las atrocidades que sucedían a su alrededor. Esa falta de remordimiento ha impedido que su libro se publicara en su país de origen. Después de llegar en traducción a sitios como España, a Perú o Japón, por fin se podrá leer “Yo fuí el guardaespaldas de Hitler” en alemán.
Dos ejemplos significativos
Aunque Alemania empieza a recuperar su propia voz en el conflicto, la transición no está exenta de batallas. La retrospectiva de Arno Breker, el arquitecto favorito del Führer, en la Schleswig-Holstein-Haus, sembró de nuevo la polémica entre los que, como el escritor Günter Grass, pretenden que la historia nazi vea la luz por completo “para que no se vuelva a repetir”, y los que prefiere mantenerla en silencio y ahorrar así dolores innecesarios a las familias más perjudicadas.
Der Spiegel acusó públicamente al museo de exponer “lo inimaginable” y el presidente de la Academia de Bellas Artes de Berlín les atacó por sensacionalistas, recordando que el escultor fue uno de los principales orfebres de la propaganda nazi, “quien le dio una visibilidad a la imagen del hombre de los nazis, a aquel racismo de la raza superior”.
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Más representativa, la reciente propuesta de un historiador alemán para reeditar la biografía de Hitler –Mein Kampf, Mi lucha- con notas explicativas ha reabierto un debate de alcance nacional.
El Copyright, la censura y el respeto a las víctimas
La obra, un bestseller en prácticamente todos los idiomas, no había sido publicado en Alemania desde el fin de la guerra. El estado de Baviera, que tomó los derechos de la principal casa editora del partido nazi Eher-Verlag, se niega a facilitar los derechos de publicación del libro, por temor a exaltar la creciente fiebre neonacionalista que sufre el país.
Como respuesta a la petición, el ministro de Hacienda de Bavaria ha declarado que “no se autoriza la publicación de obras completas, en Alemania ni el extranjero, con la intención de prevenir la distribución de ideología nazi”. Dicha decisión está basada en “la responsabilidad y el respeto por las víctimas del holocausto”.
“Está tan mal escrito que cualquiera lo tiraría de lado“
Por su parte, el vicepresidente del Consejo central judío de Alemania Salomón Korn considera “inaceptable que una obra tan simbólica como ésta sea publicada con el sello de aprobación del estado mientras queden vivos sobrevivientes que sufrieron directamente bajo los nazis”.
En cualquier caso, el el 2012 quedará libre de copyright y, por tanto, fuera de su jurisdicción. “No creo que vaya a tener mucha influencia -ha sentenciado.- Está tan mal escrito, con tal mezcolanza de ideas ilógicas, que cualquier lector sensible simplemente lo arrojaría de lado”.
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