A la altura del emperador Carlos V
El reinado de Juan Carlos I es el sexto más largo de la monarquía española. Le ha faltado un año y medio para superar al primero de los Habsburgo.
El reinado de Juan Carlos I ha llegado a su fin y es hora de echar cuentas. El histórico anuncio de la abdicación deja el periodo de don Juan Carlos como el sexto más largo de la monarquía española desde los tiempos de los Reyes Católicos. El monarca inició su reinado el 22 de noviembre de 1975, dos días después de que falleciese el general Francisco Franco, y lo ha concluido formalmente el pasado 2 de junio, aunque queda pendiente el trámite parlamentario para que la renuncia al trono sea oficial a todos los efectos y sea publicada en el BOE, previsiblemente el próximo 18 de junio. Curiosamente con la rúbrica del mismo Rey que abdica.
Si se toman las fechas del 22 de noviembre de 1975 y el 2 de junio de 2014 da como resultado que el jefe del Estado ha estado en su puesto un total de 38 años y 192 días. Es, por tanto, el sexto reinado más longevo en los últimos 500 años. Por delante de él quedan el emperador Carlos V de Alemania y I de España, quien estuvo 39 años y 308 días (del 14 de marzo de 1516 al 16 de enero de 1556) hasta su abdicación en Bruselas en favor de su hijo Felipe II, quien permaneció en el trono 42 años (de 1556 a 1598).
Los tres monarcas que encabezan este ranking son Felipe V, el primero de los Borbones, con 46 años de reinado (1700-1746); Alfonso XIII, con 45 años (1886-1931); y Felipe IV, con 44 años (1621-1665). Con los dos primeros hay que hacer una salvedad. Felipe V abdicó en 1724 en su hijo Luis I, quien gobernó durante seis meses hasta su muerte prematura. Su padre reasumió sus funciones, que no abandonaría hasta 1746. Por lo que respecta a Alfonso XIII, el abuelo del actual Rey, los primeros 16 años de su reinado lo fueron bajo la regencia de su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena.
Por detrás de Juan Carlos I quedan –en la barrera de los 35 años el último de los Habsburgo, Carlos II, que reinó penosamente entre 1665 y 1700, y su tatarabuela Isabel II, que estuvo como reina desde 1833 hasta su destronamiento en 1868 y que también pasó unos años bajo la regencia de su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (hasta 1840) y del general Espartero (de 1840 a 1843), por lo que accedió al trono con 13 años.
La idea de la abdicación no ha rondado la cabeza del actual monarca hasta fechas recientes. “¿Abdicar? ¡Nunca! El Rey no abdicará jamás”, le contestó con vehemencia la reina Sofía a la escritora Pilar Urbano, cuando esta última le hizo una pregunta en este sentido en un libro publicado en 2008. Doña Sofía insistió entonces en que a un soberano solo ha de jubilarle la muerte y quiso dejar claro que “ni el Rey está cansado ni el Príncipe impaciente”. Eran otros tiempos y los achaques de salud del monarca aún no habían comenzado.
Para Antonio Torres del Moral, constitucionalista especializado en asuntos de la Corona, estos 39 años de don Juan Carlos como jefe del Estado han moldeado una sociedad española en la que aparecen más juancarlistas que monárquicos. Este parecer encaja con el de muchos españoles, que sin ser monárquicos de pro, sí ven a la Corona como garante de estabilidad. “Son muchos los republicanos –afirma Torres del Moral– que no van a mover un dedo por cambiar la monarquía por la República, mientras la monarquía esté aliada con la democracia”. Quizás la clave de este juancarlismo arraigado entre los españoles esté en las palabras que le dijo la Reina a Urbano: “No hay que ser ni republicano ni monárquico, sino cons-ti-tu-cio-na-lis-tas. (…) No hay que ser fanáticos de nada. ¡Ni de la monarquía!”.
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