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en la línea del clasicismo contemporáneo, y de esa manera no tiene interés. O sea, que todo mi gozo en un pozo.
Decir estas cosas, u otras parecidas, resulta que sorprende. No entiendo por qué. żSe extrańa alguien de que se diga que Ronaldo falló un penalti si es que lo falla? żNecesita explicación alguien si se afirma que llueve cuando está diluviando? Pues lo mismo. Se trata de ver, sencillamente, y luego de decir lo que se ha visto. Tan sencillo como eso. Tiene las letras así de grandes.
Otra cosa que se me viene ahora a la cabeza. No sé si está mal o bien (para mí, monótono, desde luego) que se configure la feria con ganaderías únicamente salmantinas. Pero una vez visto, más de una vez, que no acaban de terminar con el cuadro, exactamente, quizá sería interesante que, sin prescindir de ellas, pero eligiendo otras (Herederos de Luis Fraile, por ejemplo), se anunciasen algunos otros hierros de esos que, a priori , resultan atractivos (para los aficionados, no me refiero a los toros), como podrían ser una novillada de La Quinta, y un par de corridas de toros con divisa sugerente, tal que Victorino Martín y Cebada Gago.
SIN EMOCION żQue nada garantiza el resultado de los toros? Cierto. żQue donde se puede esperar casta y emoción de toro, resulta que de lo dicho no hay nada? Cierto también. Lo del melón nos lo sabemos de memoria y es verdad. Sin ir más lejos, eso sentí, desencanto, con los toros de Hoyo de la Gitana, que tienen raíz, Ąahí es nada!, en Santa Coloma y Graciliano Pérez Tabernero. Pero supongo que es preferible el desencanto (porque eso presupone que se ha ido a la plaza con ilusión) que acudir con la sensación de que, en el mejor de los casos, el toro va a resultar servicial y bien educado, y de ninguna manera va a tener la osadía (que en un toro encastado no es tal, sino su obligación) de pedir el DNI a los toreros. Va diferencia, me parece.
Tengo que echar mano de mi libreta, porque no noto que prácticamente ya ni me acuerdo quién ha toreado.
En la tercera vimos a un Rincón absolutamente inconcebible. Un torero como él, de merecido prestigio, arrojado donde los haya, anduvo sencillamente a la deriva, perdiendo los papeles ante un toro de Carmen Lorenzo, al que aparentemente no se le vio más incomodidad que la de su blandura y rebrinque. En esa tarde, Enrique Ponce escuchó su imprescindible aviso, y el novel salmantino Capea cortó una oreja, siguiendo fielmente los dictados de la Tauromaquia de hoy: descargar la suerte, vaciar hacia fuera y ver pasar a los toros tranquilamente.
Es una pena que los jóvenes toreros no decidan resucitar este arte tan gallardo y tan emocionante que es el toreo, a base de interpretarlo (o intentarlo al menos) ateniéndose a los cánones que le dieron auténtico prestigio. Aunque sé la respuesta (żpara qué, si con más facilidades resulta que obtengo el triunfo?), no puedo por menos que lamentar las dos cosas: sus actitudes y sus presuntas respuestas. No es para menos, supongo.
CASI LLENO En la cuarta, tarde clavelera y optimista (El Pilar: Conde, El Juli y Eduardo Gallo), casi hubo lleno y de la blandura y bondad de los toros sacaron jugo El Juli, oreja, y el debutante como matador de toros Eduardo Gallo, una en cada toro, y salida en hombros de la Feria.
En la quinta (Valdefresno/Charro: Finito de Córdoba, El Fandi y Matías Tejela, Ąun cartelazo!) se mantuvo la tónica del toro descastado y encima blando, y siguió palpable el purísimo destoreo que ahora, por lo visto, se considera el no va más. Ya lo dicen los taurinos: “el toro está un poquito bajo de casta, pero es más bravo que nunca y jamás se toreó como se torea hoy”. En esto último, si lo dicen así, hay que darles la razón: jamás se toreó como se torea hoy, de mal. En esta corrida, como era previsible, el tercio de banderillas de El Fandi enardeció a muchos. Natural.
No cambió el panorama en la sexta (ya he dicho que los jurados están en un brete para buscarle tres pies al gato al toro). El cartel (Javier Pérez-Tabernero: Ponce, César Jiménez y Javier Valverde) deja como recuerdo el buen hacer del salmantino (oreja para Valverde), lo previsible de Enrique Ponce (aviso incluido), y la falta de interés de César Jiménez, que, lo mismo que Finito, Conde y Tejela, por ejemplo, no justificaban, de despachos hacia fuera, su inclusión en el abono.
MANO A MANO El día 18 (Domingo Hernández/Garcigrande: Gallo y Capea, mano a mano y los dos en volandas) se comprobó que este encuentro de dos toreros tan noveles resultó como invento comercial todo un éxito, porque la plaza estuvo a punto de llenarse. Como invento empresarial lo califiqué en su momento ya que en tan cortas trayectorias no justificaban ese duelo, pero reconozco que, desde ese punto de vista, fue dar en el clavo.
Además, la verdad es que la gente, sin llegar a romperse la camisa, tomó posiciones porque los toreros salmantinos, de muy diferente estilo y cada cual en sus toros, se mostraron decididos a partir el bacalao, con los rudimentarios conocimientos que poseen. Además, el sexto toro, manso perdido donde los haya en varas, sacó temperamento en la muleta, aunque no pudiendo por menos de ser fiel a sí mismo, coceó cuando se sintió herido por la espada.
MURUBE Ni en los toros de la finca Espino Rapado consigo ver algo parecido a los Murube que declaran resucitados en ese hierro, ni en la octava de la Feria (Hoyo de la Gitana: López Chaves, Alvaro de la Calle y Javier Castańo) acerté a ver el toque especial de casta, codicia y listeza que son el trío de ases del encaste Santa Coloma. Si acaso el quinto, que tuvo repetición y codicia en la muleta; pero en los dos tercios anteriores, ni medio cumplió. Fue un toro de posible oreja, eso sí es verdad. Los espadas locales no lograron lo que sin duda llevaban en la cabeza. Estuvieron voluntariosos los tres, pero el segundo espada de la terna, la verdad es que se dejó ir un toro de triunfo.
Y con esto y un bizcocho, hasta mańana a las ocho, o mejor dicho, hasta eta tarde a las 17.30, que empieza el otońo y concluye la Feria.
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