�Twitter Post Mortem�
16 de Febrero de 2010 | Begoña Gómez
En los inicios de Twitter, la vía más rápida para ridiculizar la red social era contar a los miles de personas que en ese momento escribían “me estoy haciendo un sandwich“.
Al poco, el péndulo se fue hacia el otro extremo, como suele suceder, y la palabra “Twitter” empezó a aparecer en informaciones serias. Sobre las revueltas en Irán, por ejemplo.
Sólo hay un tema para el que no se ha normalizado el uso social de Twitter: la muerte. Anunciar un fallecimiento en menos de 140 caracteres se percibe todavía como el equivalente trágico al “romper por fax” de los ochenta -la leyenda cuenta que Daniel Day-Lewis dejó así a Isabelle Adjani, muy Gordon Gekko por su parte-.
Lo vimos la semana pasada cuando falleció el diseñador Alexander McQueen. No sólo los miles de tweetsdel luto de la esfera fashion daban cierta grima. Los del propio McQueen unas semanas antes de morir, comentando la muerte de su madre se consideraron prueba más que obvia de su falta de estabilidad mental.
Y, por mucho que haya empezado ya el backlash (efecto reacción) contra J. D. Salinger, la mayor parte del mundo lector tampoco ha digerido el tweetque le dedicó el escritor Brett Easton Ellis: “Party tonight!!!”.
Bastante más controvertido y helador resultó el caso de Shellie Ross, la madre que en diciembre twiteó la muerte de su hijo de dos años, ahogado en la piscina, 34 minutos después de que sucediera. Algunos de sus 5.000 seguidores salieron en defensa de su mensaje posterior: “Recordando a mi million dollar baby”.
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